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La Paz es un bien querido por toda la sociedad, sin embargo nos resulta difícil visualizarla, vivirla. ¿Podemos definir a nuestra cultura como una de paz?

Paz y violencia son dos conceptos íntimamente relacionados. La violencia por impedir el desarrollo pleno de las personas se convierte en un obstáculo para conseguir la paz.

La violencia está instalada en nuestra sociedad y en muchos casos naturalizada.

Sin embargo, el ser humano no nace violento, aprende a serlo. Por ello, así como la violencia se aprende, se puede des-aprender y aprender otras maneras no violentas de relación con los demás y con uno mismo.

Íntimamente relacionado con ello están los conflictos. La cosmología social dominante es negativa y se presenta como algo que ocurre entre dos o más partes que compiten entre ellas para asegurarse un resultado que es o se percibe como mutuamente excluyente, uno gana y otro pierde.

En realidad los conflictos son naturales, propios de la diversidad humana y no son ni positivos ni negativos sino que sus consecuencias lo serán según la manera en que elijamos afrontarlos.

Muchas veces los conflictos se enfrentan con violencia porque esa es la única herramienta que la persona conoce para dirimirlos, porque es la manera más impulsiva y “fácil” de hacerlo o porque culturalmente y/o familiarmente así está aceptado.

Entendemos al ser humano como un ser creado a imagen y semejanza de Dios, como un todo indivisible con dimensiones personales y sociales, habilidades innatas y por desarrollar, con un potencial abrumador para crear, soñar, actuar, y amar. Propiciar el desarrollo de todas sus dimensiones es parte de nuestra función como padres, adultos, educadores o simplemente referentes de otros. Así, autoconocimiento, autoestima, aceptación de sus múltiples inteligencias, legitimación de las emociones son aspectos esenciales para que cada persona pueda ser consciente de lo que es capaz y de aceptarse y  aceptar la diversidad, al prójimo, al otro en cuanto otro (en palabras de Maturana) igual en dignidad y diferente en forma, gustos, sueños, color e ideas.

Si enseñamos a pensar los conflictos como parte natural de la vida, que incluso pueden ser oportunidades para cambios, crecimientos, por qué no dolor, pero hacia la construcción compartida de miradas, pasos y/o soluciones estaremos sentando las bases para una sociedad de paz.


 

 

¿Negociar?

 

      Nos encontramos viviendo en una época donde se habla de los derechos del consumidor, derechos del niño, derechos del jubilado, derechos del pueblo…Atrás quedaron las censuras, los silencios y las grandes prohibiciones.

      Todo gira alrededor de la persona sea grande o pequeño, rico o pobre, analfabeto o instruido, todos indefectiblemente nos debemos respeto mutuo sólo por el hecho de pertenecer al mismo género humano.

      Ello, ha sido reconocido y declarado por innumerables convenciones internacionales ratificadas por la mayoría de los países del mundo, lo escuchamos permanentemente en discursos, lo leemos en revistas, diarios y libros…

      Como contracara, la incoherencia de vivir en el año 2015 y todavía cuántas guerras, discriminación, racismo, pobreza y  hambre asolan nuestro planeta…

      Pero, volviendo la mirada al día a día, al trato diario con los demás…¿cómo respetarnos si pensamos, actuamos y sentimos diferente?¿cómo aceptar y comprender que aún con el ser más querido puedo tener diferencias, profundas diferencias?¿ cómo hablar sin pelear?

      En realidad frente a estas situaciones se pueden tomar distintas actitudes: ignorar la situación (aquí no pasa nada), ceder para evitar problemas (mejor me callo sino peleamos), imponer la voluntad ( se hace lo que digo yo y listo).        

      Pero, ¿es saludable para una relación personal, comercial, laboral, empresarial actuar siempre así? No será natural pensar diferente pues cada uno somos únicos e irrepetibles y percibimos las cosas, la vida y al otro tan subjetivamente !?

      Se puede tener opiniones distintas y aún así conversar, mantener diálogo y hasta ponerse de acuerdo, podríamos llamarlo negociar.

     Negociar, no es solo un concepto aplicable a los negocios a “gran escala” o a los “negociados” o a los “negocios sucios”, no implica de por sí una actitud calculadora, materialista o negativa. Se puede negociar todos los días y a cada momento. Lo hacen los chicos sin darse cuenta cuando deciden a qué jugar primero, o a quién le toca determinado juguete, cuando intercambian figuritas o se convidan golosinas.

     Es natural y muy provechoso si además de tener en cuenta qué queremos conseguir, cuidamos la relación con el otro y además valoramos qué quiere el otro.

     Negociar así, implicará respetar al otro como persona, no imponiendo ni cediendo simplemente intercambiando puntos de vista, opciones, ideas y si es posible acordando buscando el mayor beneficio para los dos.

     Podemos probar negociar, a veces nos irá bien y otras no, requiere paciencia y escucha atenta. Quizas en algún momento no pueda comunicarme, para ello existe otra forma de negociar en la que participa un tercero neutral que ayuda a la comunicación, un mediador…pero eso lo dejamos para otro día.


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